Soy conciente que la calidad de las imágenes no es óptima siquiera, pero son capturadas por mi hija con su teléfono y con el auto en movimiento, así que asumo la culpa de no tener algo mejor que mostrar.Ahora a lo nuestro. La carrera.
Amaneció el domingo con un día primaveral, llegamos a las 10 y la carrera comenzaba a las 11. Hice los últimos arreglos, cargué los geles, los auriculares por si necesitaba motivación al final y nos encaminamos a la largada. Aclaro, me encantaría escribir todos los detalles, pero va a ser en otra entrada, hoy estoy cansado. La carrera, hermosa. La disfruté, no corrí como un atleta, sino como alguien que va a disfrutar y aprender sobre esto, y más que nada, conocerse uno mismo, explorar los límites del propio cuerpo. Tardé 2:28 hs en hacer los 21 km, ya sé, parece que caminé casi todo el recorrido, pero lo hice tranquilo. Qué aprendí esta vez? ...que los calambres pasan, que se puede pasar a varios competidores al final, que estar bien hidratado desde el día anterior ayuda y mucho, que aunque parezca una zoncera hay que conocer bien el recorrido y programar la carrera, y varias cosas más.... Ahora me espera otra de 21 km en San Rafael, provincia de Mendoza en cotubre, y espero que alguna otra más antes de mi deseo o sueño que es la Cuatro Refugios en Bariloche en febrero. A esa la quiero correr y disfrutar.
Antes de cerrar, lo mejor de todo fue esto. No hay paisaje, ni clasificación, ni trofeo que se compare a compartir la llegada con los dos motivos de vivir de cualquier persona.
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